El pasado viernes 12
de septiembre de 2013 tuvimos como invitado especial al Dr. Juan Daniel Gómez
Rojas, Psicólogo de la Universidad de Manizales con postgrado en Psicología
Clínica en esta misma Universidad,y con múltiples estudios fuera del país, como
su Ph.D. en Neuropsicología en el Instituto Max Planck de la Universidad de
Munich.
Se trató de una charla
amena sobre neuroética que tuvo como objetivo lograr una reflexión en las
personas presentes de lo moralmente aceptable en las neurociencias, de sus límites,
alcances y de sus implicaciones tanto positivas como negativas.
Así pues, planteó
preguntas como las siguientes: ¿es el objetivo de las neurociencias hacer de
los seres humanos Dioses?, ¿debemos evolucionar o auto-evolucionar?, queremos
con estos desarrollos ser mejor y más que humanos?, ¿la intervención genética
en humanos es moralmente correcta?, ¿acaso esto no modificaría la naturaleza
humana?, ¿el ser humano ya terminó de evolucionar o habrá más?
Teniendo en cuenta que
los desarrollos biotecnológicos tienen implicaciones políticas, sociales,
legislativas, pedagógicas, educativas y otras relacionadas con los conflictos y
la seguridad, el Dr. Juan Daniel nos
hace dos recomendaciones principales: tener un criterio orientado
ético-políticamente y antes que neurocientíficos, ser psicólogos, sin perder
nuestro norte, que debe ser siempre guiado por la empatía, la comprensión y la
solidaridad en la búsqueda del bienestar y la felicidad para todos. Lo
anterior, implica que el uso de la biotecnología (su aplicación o no) resulte
sumamente complejo, pues lleva consigo algunos peligros si nos dejamos llevar
de la evolución científica, sin antes evaluar las consideraciones morales
implicadas. Un ejemplo de estos peligros es el que se causaría con la inmortalidad:
al ser inmortales, se perderían los sentidos de los diferentes componentes de
la vida, tales como el afecto, la ayuda, entre muchos otros.
Es por lo anterior que se dice que el proyecto de la
modernidad, acorde con el presente modelo de desarrollo económico ha causado la
falsa ilusión de alcanzar ciertos ideales vanidosos y carentes de verdadero
sentido. En cuanto a esto, el Dr. Juan Daniel nos dio su opinión propia según
la cual “las intervenciones en neurociencias deben apuntar a características superficiales
y ontogenéticas y no a cambiar características filogenéticos que tendrían
repercusiones sobre una mayor cantidad de sistemas”. Así, las intervenciones
exitosas no deben generar mejoras que excedan el límite superior de las
capacidades o características en cuestión, pues esto, como se mencionó con
anterioridad, implica peligros y desigualdades para la sociedad.
Después de
proporcionarnos herramientas en forma de interrogaciones para lograr una
reflexión, el Dr. Juan Daniel cierra su charla, que por motivos de tiempo, no
pudo ser tan extensa como se planeaba, pero que queda pendiente para una
próxima ocasión.
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