lunes, 16 de febrero de 2015

Cerebro emocional



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“Sin emociones no se puede sobrevivir, las emociones están al comienzo y el final de cada proyecto. Es muy malo dejarse controlar por las emociones, pero es peor no tenerlas” Edward Punset.
Las emociones han resultado útiles para la supervivencia, hay bastantes teóricos que han escrito entorno a la emoción que es uno de los ejes que nos define como humanos, median nuestro comportamiento y se convierten en un aspecto social importante (cerebro social) (Manes, F. 2012) y por lo tanto un aspecto de supervivencia fundamental. Ekman es un psicólogo estadunidense que encontró que el componente inicial de las emociones esta en lo biológico y  luego lo social. De esta manera Ekman citado por Dylan Evans (2002), por medio de estudios en múltiples culturas clasifica las emociones en emociones primarias (ira, miedo, felicidad, tristeza, sorpresa, asco) y emociones secundarias (celos, vergüenza, culpa, orgullo, amor, desconcierto, envidia).
Desde una aproximación filosófica Aristóteles  decía que la mente actuaba como un carruaje que era conducido por dos caballos uno bueno (componente afectivo) y el malo (componente apetitivo). La emoción es toda afección acompañada de placer o de dolor, y en la que el placer y el dolor son la advertencia del valor que tiene la vida para la situación misma según Aristóteles (EMP, Neurociencias. 2014). Siguiendo la idea del video de EMP, Neurociencias nos expone, Descartes postula el dualismo ontológico donde el alma y el cuerpo están separados, el alma es intangible, eterna, divina y el cuerpo terrenal e imperfecto.
 Por otro lado, la visión de Baruch Spinoza planteaba que la mente humana es el ideal del cuerpo humano. Es importante mirar que el estudio filosófico dio origen al estudio psicológico de la emoción, donde Paul Broca en 1898 le dio nombre del “gran lóbulo límbico” a la región medial del cerebro que forman un limbo o anillo alrededor del tallo cerebral. Philip Bard mas adelante en 1928 señala el hipotálamo como centro crítico para la coordinación del comportamiento emocional en base a investigaciones hechas con gatos, Bard concluye que la expresión de los componentes coordinadas no implica precisamente procesos corticales pero si al hipotálamo. En 1949 Walter R. Hess experimentaba en gatos despiertos y de esta manera encontró diferentes reacciones emocionales de rabia e ira y su opuesto estimulando el hipotálamo en diferentes zonas (EMP, Neurociencias. 2014).
En 1937 James Papez postula la teoría del circuito de la neuroanatomía funcional de la emoción (imagen 2). Hasta el día de hoy sigue vigente con algunas modificaciones que incluye la amígdala, ya que no se encontró en la teoría de Papez y es otra parte importante que se integra con el cerebro emocional. Fueron Kluver y Bucy en 1939 quienes se dieron cuenta de la importancia de la amigadla por experimentos con monos (EMP, Neurociencias. 2014).



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El día de hoy se conoce el sistema límbico integrado por el tálamo, la amígdala cerebral (núcleo lateral, núcleo basolateral, núcleo central), hipocampo, hipotálamo (núcleo paraventricular, núcleo supraoptico), cuerpo calloso, septo y mesencéfalo que se relacionan con la atención, la emoción, la memoria y los instintos sexuales (EMP, Neurociencias. 2014).

 


Terminando, se entra al tema del aprendizaje y la emoción donde con base a lo anterior y a lo socializado en el semillero de neurociencias, se expone que no se debe seguir pensando que el aprendizaje está separado de la emoción, ya que en un aula de clase los docentes y alumnos interactúan aprendiendo el uno del otro (Peire, J. citando a Immordino-Yang & Faeth., 2013). Por otro lado, Peire citando a Espinosa (2013) expone que hay una relación triangular entre la psicología (mente y comportamiento), neurociencias (cerebro y su funcionamiento) con la educación, que es donde se da el aprendizaje. Así se observa y se debe tener en cuenta que los procesos cognitivos están influenciados y enlazados con los procesos emocionales (Peire, J. citando a Immordino-Yang & Damasio., 2003), lo que hace pertinente el incorporar la emoción y la  regulación emocional al aprendizaje y así potenciarlo para lograr un equilibrio. Para finalizar, hay que resaltar que las emociones son un constructo emocional que reúne la experiencia cognitiva, la expresión somática o cambio fisiológico y el impulso a la acción (Peire, J., 2003), lo que destaca el impacto que tienen las emociones a la hora de aprender algo determinado.